21 citas de tinder

Experiencias en Tinder: Cita 7/21 – #21citasdeTinder

Javier también era de las afueras de Madrid, qué suerte la mía. Hablé con él la primera vez que me descargué Tinder, pero algo no funcionó entre nosotros. Decidió rescatarme meses después.

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Tenía facilidad para el insulto gratuito.

Aun así, insistió en quedar conmigo no sabemos por qué, y como ya aprendí de mi rural cita dos, la mejor idea para un foráneo es recogerlo en la estación de Atocha, cual madre que espera a un hijo con el sándwich de nocilla de dos pisos con los bordes cortados, tras una excursión escolar. No le llevé al Brillante porque definitivamente he vetado ese antro de mi vida y les he machacado en Tripadvisor.

Antes de quedar me avisó un trillón de veces de que tenía una enfermedad ocular que le hacía tener los ojos ensangrentados, y de que tenía el pelo larguísimo. Así que ahí estaba yo, preparada para quedar con una especie de Jesucristo en la cruz al borde de la muerte un viernes santo. Luego resultó ser una persona físicamente normal con los ojos un poco rojos. Me contó la historia de su enfermedad e incluso me hizo buscar ojos sangrantes en Google, pero mi mente solo quiso escuchar «me acabo de operar de cataratas». Como Cristo en la cruz, pero con 66 años más.

Javier se dedica a ser nini. Algunas mañanas va a cursos de fotografía en su pueblo y algunas tardes a clase de algún idioma que no recuerdo. Vamos, un nini. Tiene tanto tiempo libre que lo rellena quedando con mujeres de Tinder, ya como rutina. Le da igual la chica, le da igual dónde, le dan igual sus amigos y familia, le da igual la vida. Como le daba igual todo le envié mi blog para que supiera que iba a ser juzgado como los anteriores seis hombres de las hasta ahora #21citasdeTinder. Le dio igual. Antes de publicar esto, con toda amabilidad pregunté a Javier si tenía alguna petición, algo de lo que no quisiera que hablara, algo que quisiera aclarar. Solo me pidió que no le eligiera de nombre ficticio Javier.

Por Tinder, Javier me dijo varias veces que me odiaba, todas sin venir a cuento, porque yo soy una chica majísima, casi más maja por Tinder que en RealLifeTM. No entiendo por qué le daban intensas intensidades intensamente repentinas. Hubo un momento en que acabó amenazándome “o me das tu número o te cancelo la compatibilidad”. A veces, para darle igual todo, era bastante vehemente. Me pareció una amenaza tan patética y tierna que se lo di de toda la penuca que me dio. Luego, ya en whatsapp, me bloqueó y desbloqueó mil veces, como si fuera yo un Piqué sobrándose con Arbeloa. No entendía nada, pero en realidad me daba todísimo igual, casi tanto como a él. Le dije que a mí él no me importaba lo suficiente como para gastar mi energía en molestarme, y no se lo tomó muy bien. Pasaba de la indiferencia al fervor sin parar en el camino a descansar.

 

Parecido real con sus fotos de Tinder: Bastante, si le teñimos de rojo esos ojos. En la primera foto sale tocando gatitos, como tantos y tantos hombres de Tinder intentando rascar votos. Me confesó que había follado gracias a esos gatos. No quise indagar en esa historia.

Parecido real con su descripción de Tinder: Dos emojis: un avión y un planeta Tierra. Pues ok.

Pros:

  1. Estaba encantado de contarme sus movidas, y yo las escuchaba todas porque así no tengo que hablar, lo que me facilita la fotosíntesis. Empezó mintiendo pero terminó soltando todas y cada una de las verdades de su vida. Y yo no tuve ni que abrir la boca. Debo tener cara de confesora leal. De hecho, he pensado en descargarme confesor-go para que más gente me cuente sus penas. Pero siendo yo sacerdotisa, no clienta.
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Primero hija-de-puta-adicta-al-tinder y luego loca-del-blog-sel-tinder (con ese). Este chico sabe caer bien.

  1. Se parecía muchísimo a un amigo de mi tierna adolescencia caracterizado por ser optimista, feliz y buena persona. A saber qué clase de explosión habría sucedido en el alma de mi pobre amigo si le llego a presentar a su gemelo semimalvado.
  2. Le incluí en mi friend zone desde el minuto uno. Igual también por culpa de mi amigo de la infancia, su gemelo benigno. Y esto es un pro porque he ganado un amigo para siempre. ¿A que sí, Javier?

Contras:

  1. Después de pasar de todo resultaba estar realmente afectado porque la chica de Tinder de la semana anterior había sudado de él. Tan afectado estaba que me leyó sus conversaciones con ella como si fuera yo un hombro en el que buscar consuelo. Yo miraba al techo compadeciendo mucho a mi predecesora. Creo que mejor no me descargo confesor-go.
  2. Intentó demostrarme continuamente que es una mala persona, pero no coló.
  3. Va del rey de Tinder, pero no coló.
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Final feliz en su idioma debe ser igual a desbloquear a alguien del whatsapp.

Silencios incómodos: Pssst. En cambio, lo que sí viví muy incómoda fue cuando casi llora al pensar en ancianos llorando. Juro que casi se le escapa una lagrimilla a cuento de nada.

Atuendo: Llevaba una camiseta bonita, y se lo dije. “Es de Primark”. Al instante dudé de mis gustos. En los pies llevaba las mismas botas con crampones que el de la cita dos. Me pregunto si los que viven fuera del centro necesitan botas del alpinismo más extremo para acceder a la capital.

Remordimientos por emplearle para mi estudio sociológico: Bah, ninguno, iba avisado y no le importó. O eso parecía.

Parecido con cualquier hombre de fuera de Tinder: No sé, ¿eh? Empiezo a dudar que no tenga algún tipo de tara… Javier, ¿te pareces al resto de la población masculina? Contéstame tú, que te conoces mejor.

Semanas después de nuestra cita se picó porque publiqué la cita cinco antes que la suya.

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Le volvió el fervor repentino semanas después.

No sé si quedar con hombres de Tinder me está aportando algo más que estrés por tener que escribir periódicamente en este intento de blog. ¡Oh venerado señor, ilumíname el camino!

PD. Pérez Reverte, qué asco me das.

Experiencias en Tinder: Cita casi 6/21 – #21citasdeTinder

Para todas las personas que hayáis entrado aquí por casualidad (una chaparrita casualidad llamada Google), ha llegado el momento de confesaros que no voy a hacer que triunféis en Tinder. Lo siento mucho. Dejad de preguntarle a Google «cómo hablar por Tinder» o «cómo saber si alguien tiene Tinder». Yo no puedo solucionar vuestros problemas extra o intramatrimoniales. Sin embargo, puedo contaros mis experiencias, que son muy enriquecedoras y mucho enriquecedoras.

Si has llegado aquí por casualidad, no sabrás todavía en qué consiste mi experimento de 21 citas de Tinder, que explico aquí, ni cómo me fue en la última que llevé a cabo, la cita cinco, que narré aquí.

Pues bien, me dispongo a contaros mi cita número 6, mi favorita hasta la fecha.

CITA casi 6/21 – Hugo

En sus fotos, Hugo se parecía mucho a cómo mi mente imaginaba a Harry Potter antes de que en la vida de todos apareciera Daniel Radcliffe. En sus fotos hacía de todo: escalaba, esquiaba, salía de fiesta, viajaba y demás. Era lo que parecía un tío normal a la vez que motivado en sus hobbies.

De repente, pero muy de repente, tenía muchísimo interés en quedar conmigo. Y yo que no soy nada interesada y que tengo fama de altruista, le dije que sí. Era sábado y no tenía plan, no me culpéis. Todo encajaba perfecto.

Pongamos que yo vivo en el centro de Madrid. Pongamos que Hugo vive a las afueras. El mismo sábado me propuso quedar en su barrio, pero obviamente le dije que no. Seré altruista y desinteresada pero yo más allá de Avenida de América no quiero ni saber en qué bares ponen tortilla de patata. Me costó convencerle y finalmente decidimos quedar en un sitio que nos pillara bien a ambos, milimétricamente a medio camino entre los dos. Pero yo ya le noté como apesadumbrado por la decisión.

Un rato antes de nuestra cita yo me estaba vistiendo mi uniforme de Tinder. Llevaba solo la camiseta puesta cuando escuché el «tiritín» del móvil de la aplicación de Tinder. En realidad no se parece nada a «tiritín» pero no sé expresar de otra forma esta onomatopeya. Que por cierto, que mal funcionan tus notificaciones, Tinder, no me dejas silenciarlas pero cuando te apetece no notificas una mierda. Bah, para lo que hay que ver luego.

Revisé mi móvil y Hugo me decía «¿cómo vas?» «¿Seguro que quieres quedar?» «¿No te da un poco de pereza?» Me había duchado, joder, Hugo. ¿Tú crees que me iba a duchar un sábado por la noche si no? Mi cara de persona dulce y apacible se enardeció. Vamos, que me entró una mala hostia que flipas. Me acababa de hacer la de la psicología inversa, la típica de absolverse y trasladar la culpa.

«¿Qué cojones quieres, Hugo? Si no quieres quedar me lo dices claramente«. Me salió mi vena de más allá de Avenida de América. Y me lo dijo. «Pues mejor no, que me da pereza, estoy to tirado«. Pues que te jodan, Hugo. Y un segundo después me canceló la compatibilidad porque tenía todos los remordimientos que caben en un cuerpo y en realidad sabía que no había manera de sustentar toda esa justificación.

Así que me quité la camiseta del uniforme de Tinder y me puse el pijama. Por lo menos no tuve que quitarme el pantalón, que ya estaba en bragas. Y además no tuve que desmaquillarme, que mucho antiheteropatriarcado pero me maquillo igual. El caso, todo ventajas.

Saqué Netflix (mantita y Netflix, como dicen en Tinder), me hice palomitas, las eché un chorro de mantequilla derretida y me vi un sábado noche la película de Frida Kahlo que protagoniza Salma Hayek.

Parecido real con sus fotos de Tinder: Supongo que se parecerá, ya que entre ellas se parecía.

Parecido real con su descripción de Tinder: No me acuerdo qué tenía puesto de descripción. Y nunca podré volver a verlo, porque me canceló la compatibilidad el muy traidor.

Pros:

  • Qué grande es Frida.
  • Qué cómodo es el pijama.
  • Por suerte no me lavé el pelo, que malgastar un pelo limpio para no salir de casa duele muchísimo.
  • Siempre es necesario algún plantón en la vida, supongo que todos nos lo merecemos y yo más.
  • De Hugo aprendí a no quedar con citas de Tinder en fin de semana, si me dan plantón que sea en diario, que molesta menos.

Contras:

  • No sé, Hugo, podrías haberme dicho que no querías quedar antes. Si ya no es por ti, que me das igual, si es por mí.
  • También podrías haber ido y haberme dado la oportunidad de rechazarte yo a ti, que me motiva más.

Silencios incómodos: Cuando veo una película sola suelo estar en silencio, aunque no son incómodos.

Atuendo: Mi pijama de lunares.

Remordimientos por emplearle para mi estudio sociológico: ¿Perdón?

Parecido con cualquier hombre de fuera de Tinder: La población da plantones fuera de Tinder también, así que supongo que se parece a mucha gente de la vida real.

Y con esta apasionante cita casi-seis me retiro hasta el próximo revés que me de la vida:

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ÉL ELIGE LA AGUJA. Fuck.

Experiencias en Tinder: Cita 5/21 – #21citasdeTinder

Ya he visto que tengo un público exigente y que en realidad solo queréis odio del más puro. Cuando hablo de amor y parejas que se quieren gracias a Tinder solo recibo críticas y mensajes de gente muy decepcionada. Pues que os den. ¿Queréis mierda? Pues pa mierda mi quinta cita de Tinder.

Dejé a Antonio (mi cita 4/21) en un geriátrico tras enterarme de que en realidad tenía 41 años, algo que mi cuerpo no toleró. Fue entonces cuando un nuevo amanecer dorado de nuevas citas se abrió ante mí. Y entonces apareció Álvaro. Tenía una foto en un plató de La Sexta. Si es que, qué previsible soy.

CITA 5/21 – Álvaro

Lo mejor que me pasó en la quinta cita fue que el día de antes me encontré a Pablo Simón (miradle, nadie jamás ha hablado de la reforma de la Ley Electoral con semejante pasión). Y eso fue el día antes de la cita.

La verdad es que empezó todo mal, porque si Álvaro y yo habíamos quedado a las 22.00, a las 21.45 todavía estaba decidiendo si me merecía la pena levantarme del sofá y limpiarme el surco de baba seca que recorría el espacio entre mi boca y mi oreja. Decidí que darle plantón sería demasiado cruel y que yo soy una chica majísima e inofensiva. Así que en cinco minutos ya iba vestida otra vez con mi uniforme de Tinder y además oliendo bien. Al salir me miré al espejo y me di la enhorabuena por ser capaz de pasar por tantos registros en tan poco tiempo.

Me propuso ir a un concierto de Jazz lento, pero logré convencerle para quedar en Sol como es tradición en Tinder. Cuando estaba embobada viendo el show de los swaggers que saltan por encima de una fila de 150 personas tumbadas (no porque yo sea impresionable, sino porque a algún lado hay que mirar) una voz conocida me asaltó. Y digo conocida porque Álvaro me había enviado ya unos 35 minutos de notas de voz por Whatsapp. Era como de la familia. Cuando mi mente asoció su voz con su cara pensé «joder, qué puta pereza».

No es que yo sea de hablar mucho pero al menos suelo hacer preguntas. Pues no. Nada. No me dio ni tiempo a inventarme una excusa por la que me habría tenido que ir pronto, porque todos los minutos que pasamos los ocupó él. Con el espacio y con la voz. Lo único que me preguntó fue con cuántos chicos de Tinder había quedado. Le dije que él era mi primero. Pero no le dio ni tiempo a procesar la respuesta porque ya estaba hablando de sus cosas de periodista de La Sexta. Hacía aspavientos, usaba onomatopeyas, silbidos y hablaba muy muy muy rápido y alto. Era bastante escandaloso. En la segunda ronda mi lenta y sobada mente estaba pensando en cómo abandonar la cita, Tinder y la vida.

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Sí, mi fondo de pantalla del whatsapp es el mar porque me da la calma que no me da Álvaro. Y sí, tengo un grupo de whatsapp que se llama becas black, y es lo más.

Al principio me esforzaba en escucharle. Luego una primera pregunta me atravesó el cerebro mientras Álvaro hablaba de sus cosas de periodista. «¿Cuándo caducaban los huevos de la nevera?» Me intenté concentrar, pero enseguida me apareció otra: «¿Cuántos huevos sería capaz de comer sin vomitar?» Y ya no pude parar mi mente mientras ponía cara de no-me-estoy-perdiendo-una-sola-palabra-de-lo-que-me-dices. «¿Caducan más tarde porque son de gallinas libres? ¿Cómo de libres son esas gallinas? ¿Por qué es tan feo mi pelo? ¿Existe una moto para que a la gente bajita como yo no le cuelguen los pies? ¿La culpa de todo la tiene Yoko Ono? ¿Cuánto me pesa cada teta? ¿Moriré sin que nadie me de un puñetazo en la cara? ¿Y si esto es un sueño y en realidad el mundo es bocabajo? ¿Volverá España a ser una república? ¿Ha superado ya el dólar al euro? ¿Cuánto exactamente cayó Bankia en la Bolsa? ¿Siguen vigentes las restituciones a la exportación?»

Luego me dijo que tenía un hermano gemelo y le toleré un poco más porque seré una tipa dura pero se me ablanda el corazón como a cualquiera cuando me entero de la existencia de gemelos. Es cierto que era majo, pero de verdad que hablaba mucho y con demasiado entusiasmo. El entusiasmo era tal que salió del bar a fumar un momento y creyó conveniente hacerlo mediante un salto mortal que hasta la gente que estaba fuera fumando le aplaudió. «Joder, qué puta pereza», pensé yo. «Ojalá el concierto de Jazz lento».

Cuando volví a casa me miré al espejo y me di la enhorabuena por haber aguantado estoicamente semejante tabarra.

 

Parecido real con sus fotos de Tinder: Sí, supongo. Le dije (antes de conocernos en persona, claro) que en una no tenía cuello y se picó. Y esto mismo que yo os he contado en una frase, él lo hizo en cien.

Parecido real con su descripción de Tinder: Tiene una bandera inglesa como sinónimo de hablo inglés y creo que no habla inglés. Pero español habla de sobra.

Pros:

  • Tenía los dientes megablancos. Rollo Bon Jovi. No entiendo cómo lo hacen algunas personas. Bon Jovi supongo que con dinero, ¿pero la gente normal?
  • Tiene una anécdota familiar con Wyoming bastante buena, hasta el propio Wyoming la cuenta en su biografía. Lo sé porque obviamente me enseñó las fotos que lo demostraban mientras movía mucho los brazos.
  • El bar olía a huevo frito.

Contras:

  • Es el típico amigo de los camareros. Es el típico amigo de los camareros, las camareras, los cocineros, la gente que existe y la madre tierra.
  • Me preguntó si me tomaría otra otro día. Debí de parecerle interesante físicamente, porque lo que es mediante el diálogo claramente no. Le dije que por supuesto que sí. Los milenials no sabemos rechazar cara a cara desde la invención de los mensajes de texto.
  • Creo que no os he contado que hablaba mucho.

Silencios incómodos: Ha roto cualquier medidor de esta categoría.

Atuendo: Llevaba una camiseta de Star Wars. «Serás friki» pensé. Luego recordé que yo también tengo una y me disculpé mentalmente.

Remordimientos por emplearle para mi estudio sociológico: Cuando he escrito el título de este post tenía bastantes. Ahora se me han pasado todos.

Parecido con cualquier hombre de fuera de Tinder: Supongo que en Andalucía sí. Y eso que no era andaluz.

Solo rememomar la cita ha sido extenuante, así que debo descansar. ¡Hasta la próxima!

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Jesús, 28 años. Pedos. Una sola foto de una coca cola. Pa qué más.

Cita 4/21 – La versión de Antonio #21citasdeTinder

Antonio es escritor, así que obviamente no se podía estar callado. No tuve ni que pedirle que escribiera su versión de los hechos acontecidos en mi cita 4/21 de Tinder. Segundos después de acabar nuestra cita (narrada aquí por mí misma) me envió la primera versión del texto que ahora vais a leer. A lo largo de una semana me dio muchísimo la chapa enviándome cada 5 minutos una nueva revisión, que unido a la muy leve censura que he tenido que emplear, dejan el texto como veis. Además me comprometo a no añadir la puntilla tras cada frase suya, cosa que mentalmente he hecho cada vez que he leído su versión.

ACTUALIZACIÓN: Horas después de publicar esta entrada, me sigue mandando correcciones. Que pare ya.

Pido perdón de antemano por lo que ahora vais a leer. Si a alguien le da vergüenza sin duda es a mí, pero el tan afamado y anciano escritor de Tinder debe poder expresar con libertad su opinión de lo ocurrido. Esto tenía que pasar algún día.

Los enlaces los he añadido yo, que he hecho un gran trabajo de investigación. Me hacéis el favor de abrir alguno.

Cita 4/21 – Los hechos según Antonio

Llego a la cita con TinderBloguera con mis dos chascarrillos rompehielos preparados de casa, «no me extraña que los tíos con los que quedas se traigan un libro, en algo se tienen que entretener hasta que te dignas a aparecer. El próximo día me vengo con el de «Esperando a Godot«. Que llegue solo 7 minutos tarde me jode parcialmente el chiste cultureta. Tiene una sección en el blog donde evalúa/aniquila a sus pretendientes, en que mide el nivel de silencios incómodos y no quiero suspenderla. La otra gracia es una continuación sobre una previa suya en que amenaza con traer una picadora Moulinex al encuentro. Comienza tímida, mirando de soslayo y andando como si nos estuviera persiguiendo el ministro de hacienda (o cualquier otro pepero) pero no me confío, solo es una serpiente agazapada que espera el mejor momento para picarme con su lengua viperina. Nada más entrar al bar de la calle Ferraz me ataca con lo que se va a convertir en la pulla recurrente de la noche, «la media de edad es de 70, ¿qué me has traído, a la reunión de ex-alumnos de tu instituto?»

– Joder, solo tengo 36. Si publicara una novela el año que viene, la crítica hablaría de una joven promesa.

– Me acabas de mirar las tetas.

– Pero si llevas un jersey de lana y cuello vuelto.

Con una pose de cinismo que le sale natural, me hace un interrogatorio íntimo a lo Jesús Quintero pero sin humo de por medio y yo, que había decidido ser prudente para que no pudiera publicar mis miserias, las confieso todas como si me estuvieran interrogando en la Dirección General de Seguridad en 1973. Luego pienso que tampoco es Diana Aller y ese blog lo debe de seguir su madre y las amigas del pueblo para ver cómo se liga en la gran ciudad. Le saco diez años y se nota el abismo generacional en cultura popular. No sabe que el lema «si bebes no conduzcas» proviene de una canción de Stevie Wonder, «ay, con lo que me gusta a mí ese hombre» se excusa.  Tampoco conoce que el origen del periodismo del corazón moderno es la mítica entrevista a Belén Esteban en Tómbola donde amenaza a la Jesulina con arrastrarla del pelo por toda la Gran Vía por decir que Andreíta se parece a la familia paterna y, en concreto, a ella.

Como es incluso más mala que yo, nos divertimos burlándonos de la gente, que eso siempre une, y se crea una complicidad que va creciendo a la misma velocidad que se vacían nuestras bebidas y las de los ancianos de los que nos reímos. Recibo un mensaje de mi amiga Alicia en el que me pregunta si la chica de hoy me gusta, le respondo que sí y se lo enseño a TinderBloguera. En lugar de soltar un comentario sarcástico, sonríe, recompone la compostura y continúa con su carrusel de preguntas, esta vez a lo Risto, hurgando en la herida una vez que ya estoy abierto en canal. ¿Quién de tus tres hermanos es el preferido? ¿Y a quién de los tres dejarías caer por un barranco, tipo la peli de «El buen hijo«? Tiene un poco complejo de Cecilia, la de la alta cuna y la baja cama, de ser la única economista keynesiana de, pongamos, Pozuelo, «tengo un troquelado de Errejón en mi dormitorio» y cierta aversión al contacto físico con extraños, porque cuando acerco mi brazo a menos de tres metros para explicarle gráficamente una anécdota de cultura popular, se echa hacia atrás (fui recién duchado a la cita, esto no es Badoo pero nunca se sabe lo que puede pasar). En lo que cambiamos de sitio casi atropella (ella) a un coche, lo de pasear como si huyera de un tsunami igual no es por timidez. Invita ella en el segundo bar y, al ponerse en pie (y después de quejarse de que la cuenta es dos euros más cara que la que pagué yo), me vuelve a acusar de mirarle las tetas.

– Tienen pinta de ser pequeñitas.

– Que sepas que no me lo monto con mayores de 35.

Parecido real con sus fotos de Tinder: En sus fotos de perfil no tiene ánimo de mentir, no se las saca con perspectiva ni mete filtros. Tiene una belleza discreta, intelectual y maligna, como de Susan Sarandon en Las Brujas de Eastwick.

Parecido real con su descripción de Tinder: Las chicas no escriben textos de perfil, ni puta falta que les hace.

Pros:

  • Sentido del humor escatológico. Su mejor pregunta de la noche fue «quién es la mujer de mayor edad con la que te acostarías». Dudé entre la Reina emérita, por eso de los Sex Pistols, Isabel II y las felaciones, y Ana Belén, pero me quedé con la última. Lo incluyo como ejemplo de escatología. Por el tipo de pregunta, no por Ana Belén, que es maravillosa.
  • Sentido del humor general. Me permite sacar al gilipollas que llevo dentro sin violentar la cita.
  • No se pee. Dice que tiene una incapacidad somática para expeler los pedos de forma clásica. Solo se le hincha la tripa como a un niño de Biafra y luego los gases se volatilizan por arte de magia cuando se tumba boca arriba.
  • Está buena. Lo que sí le miré fue el culo y aprueba con nota.

Contras:

  • Su fobia al contacto físico. No me suele gustar follar sin que exista.
  • No deja propinas. Es tacaña, pobre o ambas cosas. Mucho Keynes pero recorta más que el ministro que la va persiguiendo por Madrid.

Silencios incómodos: No hubo. Gracias a mí.

Atuendo: Muy mona, discreta, podría habérsela presentado a mis padres esa misma tarde.

Remordimientos por emplearla en un estudio sociológico: Ninguno, que pruebe de su propia medicina. Además, las chicas inteligentes no me dan ninguna pena.

Parecido con cualquier mujer fuera de Tinder: Tiene una cara muy común, le habrían sacado un montón de parecidos razonables en «El Informal» (programa humorístico de televisión de formato en directo, emitido en Telecinco entre el 13 de julio de 1998 y el 5 de abril de 2002).

*****

Para terminar, le propuse a Antonio que cerrara el post con un pantallazo suyo de Tinder. No tengo ni palabras para este final.

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ay por dió.

Experiencias en Tinder: Cita 4/21 – #21citasdeTinder

Todo comenzó cuando mi amiga la que me recomienda hombres en Tinder me recomendó a Antonio. -Podéis hacer un gran proyecto juntos- me dijo. Era un señor de unos 150 años más que yo con una descripción eterna. Al final decía «Estoy escribiendo una novela sobre Tinder». Le di un like. Es que ya no tengo ni filtro.

Acabó siendo un match y acabó cayéndome bien. En un momento de su vida decidió que era buena idea enviarme partes de su novela por email. Así que, inocente de mí, comencé una lectura en diagonal de las 879 páginas que me envió en varios words. Era una novela totalmente biográfica en la que contaba sin escatimar en detalles todos los tipos de experiencias que había tenido con mujeres de Tinder y otras webs de contactos, porque como ya os he contado, es un señor mayor y antiguamente se usaban otras cosas. Desde mi silla leyendo su novela podía oler el personaje principal (véase Antonio), apestando entre humo y sudor. Las mujeres de sus encuentros también escribían sobre él, y había en todas ellas cierto rencor. Mi alerta «este señor no es de fiar» me quería decir algo.

Pero Antonio el anciano me dijo que quedáramos. Y como en el fondo estoy haciendo un experimento sociológico y me podía ser útil su experiencia escribiendo sobre Tinder le dije que sí. Me hizo tres propuestas:

  1. Patinar → No lo vi apropiado por miedo a que se cayera y se rompiera la cadera.
  2. Robar ropa interior del primark → No lo vi apropiado en general.
  3. Hacernos militantes de UPyD → No se pudo llevar a cabo porque la sede de UPyD ahora es una carnicería.

En fin, finalmente acepté quedar con él en un sitio muy público. Le avisé de que me había comprado una picadora de alimentos y que la pensaba llevar a nuestro encuentro por si acaso. También escribí a varios amigos diciéndoles que si yo desaparecía acudieran a la policía contando esta historia. Y cuando estaba llegando a nuestro punto de encuentro me fijé dónde estaba la comisaría más cercana. ¿Confío en la policía? No, pero nunca se es precavida de más.

CITA 4/21 – ANTONIO

Se me hizo raro que no andara con taca-taca, que no tuviera alzheimer y que en general pareciera normal. Pensé que la verdad es que no era tan mayor y que es posible que yo ya no tenga 18 años. Pero luego me hizo dar una vuelta enorme por Madrid y me metió en un bar de ancianísimos, y se me pasó la idea.

Me contó la historia de su novela y aprovechó para narrarme varias de sus aventuras con mujeres mientras yo iba poniendo cara de «demasiada información». En los primeros 15 minutos ya me había enunciado cómo le echaron de una web de contactos por corregir faltas de ortografía al dueño. Era claramente una falacia, pero qué tío, poco a poco me iba cayendo bien con sus historias medio falsas medio ciertas.

Parecido real con sus fotos de Tinder: Ninguna. No he visto jamás a nadie con peores fotos: desenfocadas, cortadas, y especialmente malas. Tiene un par de fotos en las que se aprecia que es DJ en una discoteca indie. Ser DJ: la profesión que más odio. El Indie: el género que más odio. Reconozco que conocí Viento de Cara cuando los de Supersubmarina tuvieron el accidente. Pero para solo pinchar Izal y Sidonie se sabía unas cuantas canciones de reggaeton que no dudó en cantar acompañando la música de fondo.

Parecido real con su descripción de Tinder: Excepto lo de la novela de Tinder todo era mentira, confesó la mitad y la otra mitad no hizo falta, se delató él solo. Había varias referencias culturales a cosas antiguas que no conocía. En general era una buena descripción, a pesar de ser falsa.

Pros:

  • Se las dio de entendido con el vino al principio, pero en realidad no tenía ni idea de vino. La gente que sabe de vinos no es de fiar.
  • Fui al baño y al salir me preguntó si había cagado. Se medio arrepintió de preguntarlo, pero me hizo gracia.
  • Supo reírse de sí mismo. Y de los demás, que es más importante.
  • En realidad no fue necesaria la picadora de alimentos, pobre Antonio.
  • Qué cabrón, tenía sonrisilla arrebatadora.

Contras:

  • Es muy fan del mundo del corazón de los años 80 y 90, pero prefiere llamarlo cultura y/o historia de España.
  • Me dijo que tengo una cara plana y que el colorete ya no se lleva. Esto me dolió mucho porque el colorete es la base de mi maquillaje y la base de mi vida.
  • Le pregunté a qué hermano salvaría en caso de que los tres estuvieran al borde de la muerte y solo pudiera salvar a uno. Me dijo sin remordimientos que se cargaría a los tres.
  • Su compañera de piso le lava la ropa y su madre los tuppers. No se las merece. Y ya tiene una edad.

Silencios incómodos: Joder, ninguno, no se calló. Me decía «solo estoy hablando yo» y luego seguía hablando diez minutos él a toda velocidad. Solo me daba tiempo a hacerle alguna pregunta entre sermón y sermón.

Atuendo: Iba vestido como podía ir cualquier otro día en su vida. Me pareció bien. Yo llevaba mi atuendo específicamente creado para las citas de Tinder, siempre triunfando.

Remordimientos por emplearle para mi estudio sociológico: Menos mil.

Parecido con cualquier hombre de fuera de Tinder: Menos quinientos. Quién es DJ y a la vez escritor de novelas sobre Tinder.

 

Espero no haber ofendido a nadie con esta cita cuatro de veinituno, que está la masculinidad muy susceptible estos días. Sobre todo espero no haber ofendido al protagonista. Joven Antonio, espero que no hayas sufrido demasiado. Por cierto, tengo que decir en pro de su libro que esta cita ocurrió hace un año, aunque claramente no haya sido así.

Y me despido con este chaval que no es Antonio, ya sí que sí.

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Tanta ansia por subir su perfil a Tinder que se le olvidó escribir a qué parque de bomberos le han destinado.

 

Experiencias en Tinder: Cita 3/21 – #21citasdeTinder

Y ahí estaba él cuando llegué yo a nuestro encuentro. Estaba leyendo un libro, claramente para hacerse el interesante. -¿50 sombras de Grey? – Le dije yo. -¿Eh? -Me contestó él, perdidísimo. En ese mismo instante supe que no iba a ser el hombre de mi vida. Pero ni el de la noche, si me apuras.

Así empezó mi tercera cita de Tinder. Fracasando desde el segundo menos uno, que fue cuando le vi leyendo en la salida del metro.

Era murcianico acho, pero sin acento. Y obviamente no lo ponía en su descripción porque a Dios pongo por testigo que si alguien pone que es murciano en su descripción de Tinder está condenado a una vida en soledad. Pero en el fondo esperaba que tuviera acentico porque nada me parece más divertido que este vídeo que habré visto 245.393 veces. Puede parecer que desprecio cualquier forma de vida murciana, pero es todo apariencia.

Parecido real con sus fotos de Tinder: Totalmente igual si se hubiera presentado con su DeLorean a nuestra cita en el año 2005. El caso es que debí haber sospechado del atuendo tan del dos mil cinco que llevaba en sus fotos de Tinder. Pues eso, el chaval ha debido vivir mucho en estos 10 años que han pasado entre sus fotos y el día de la Cita 3.

Parecido real con su descripción de Tinder: Ponía que era guionista, y me lancé al like. A una, que le pierde el cine. Y en efecto, era guionista. De hecho me contó un guión entero que había escrito, pero no os lo puedo trasladar porque me dio un momento de déficit de atención y solo recuerdo decirle «qué interesante» al final y pensar «que no me haga preguntas porfavó».

Pros:

  • Le gané en una discusión sobre cine que ahora mismo no puedo decir ni de qué iba. Pero me quedé tan a gustico. Me dio la razón.
  • Me enterneció saber que había llegado a Madrid hacía poco porque iba a cumplir su American Dream de trabajar en el cine en la gran capital. 50% La La Land, 50% Didi en Hollywood. Ay, los murcianicos, qué ternura. Más ternura que Paul Newman en bici.
  • Bajó al baño y estuvo sospechosamente mucho tiempo. ¿Caca? You never can tell. Ay, los murcianicos, qué ternura. Más ternura que el supermeneo de los Goonies.

Contras:

  • Tenía un ligero tic, y es que a medida que iba hablando se iba apoyando en la mesa. Primero las manos, luego los brazos, luego la cabeza. Acabó tumbadico encima de la mesa mientras hablaba de sus movidas como si aquello no fuera raro. Y yo así es que no me concentro. He intentado buscar imágenes en Google para usar de ejemplo pero solo salen mujeres sexys tumbadas (¡sorpresa!) y CREEDME que nada que ver.
  • Se le cayó al suelo una cerveza entera y empezó a hiperventilar y a ponerse rojo al nivel de poder forjar hierro en su cara. Podía haber resuelto el incidente con naturalidad, pero hasta el camarero tuvo que venir a decirle que no pasaba nada mientras se agachaba a fregar el suelo con la manica, porque por lo visto no tenían fregonas. El camarero fregando el suelo a un centímetro de nuestros zapatos y mi guionista a punto de implosionar. Aquel momento me pareció que duraba como Boyhood entero pero sin las elipsis.

Silencios incómodos: Nonstop. Como The Artist pero sin música. Se podría decir que el rato que echamos juntos fue en sí un silencio incómodo, incluso hasta cuando hablábamos. No como en Tinder que hablábamos normal. Así que ya sabéis, antes de pensar que vuestro match es por fin el definitivo, os recomiendo conocer en persona, por si no lo teníais pensado hacer. Sorpresas te da la vida. Como el final de Tarde para la Ira.

Atuendo: Nada que reseñar. Todo en orden, todo normal. 7/10 en Filmaffinity.

Remordimientos por emplearle para mi estudio sociológico: Pobrecico mío el murcianico.

Parecido con cualquier hombre de fuera de Tinder: Ahora he entendido por qué los Bajo Ulloa vendieron su goya en un cash converter. Los guionistas son gente especial.

¡Y hasta aquí todo por hoy! ¡Hasta la próxima, lectoras y lectores!

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Hola pues le gusta mucho el rosbif con patatas, que le sale redondo todo

Cita 2/21 – #21citasdeTinder

Ya llevo dos citas con amantes bandidos del Tinder, y qué decir. Esto me supone un trabajo. No pensé que en la cita dos ya iba a pensar en dejarlo, pero lo asumo. He tenido algún momento de duda. No obstante, tengo que dar gracias a la gente que me quiere y que me apoya para que siga trabajando en este duro y agotador pero gratificante proyecto. No os fallaré, somos compañeros. En fin, a lo que vamos. Continúo mi proyecto 21 Citas de Tinder. Por si no recordáis de qué se trata, aquí podéis indagar en este humilde proyecto y conocer cómo me fue en mi primera cita con Jorge, mi match.

Cita 2/21

No sé ni cómo empezar esta review. Qué percal.

El chaval era (es) de un pueblo lejano. Lejano porque todo lo que supone más de 18 km desde Sol significa lejano. Solo que esta vez era lejano nivel FUERA DE LA COMUNIDAD DE MADRID. Otones de Benjumea, Segovia. LO-CU-RO-TE. Sigo sin saber por qué Tinder me propone hombres de fuera de mi radio de kms, pero está bien, Tinder, tú ganas.

Pues bien, le hice venir a Madrid porque vamos-a-ver-obviamente-no-voy-a-ir-a-tu-pueblo y le esperé en Atocha como quien espera a su amado que vuelve de la guerra al hogar. Solo que tardamos una hora en encontrarnos en los aledaños de la estación porque esa estación es un fucking laberinto por dentro y por fuera para alguien de Madrid, o sea que para alguien de Braojos de la Sierra bastante más.

Así para empezar le llevé al Brillante porque soy una madrileña muy de verdad y me tengo que hacer la madrileña delante de alguien que no es madrileño y se encuentra enfrente de una madrileña muy de verdad. Una y no más, Santo Tomás. Qué timo y cómo repiten los bocatas de calamares esos, que valen como 150€ cada uno y no te dejan sacarlos a la calle. Boikot al Brillante. Además le pareció un caos de bar. Acostumbrado a la partida de dominó de los viejitos de Navalperal de Pinares…

Parecido real con sus fotos de Tinder: 100% igual. Vamos, que en mi vida había visto a alguien tan igual en fotos que en la realidad. Lo único que se diferenciaba es que en la vida real tenía dientes a la vista.

Parecido real con su descripción de Tinder: En su descripción solamente decía que era escritor. Pues bien, 100% cierto también. Tan cierto como que venden su libro en La Casa del Libro y en Amazon. Incluso he visto uno con mis propios ojos. Había quedado con un JODIDO ESCRITOR DE LOS DE VERDAD.

Pros:

  • Cuando digo escritor va con el pack completo. El pack del tormento. Nada como un escritor atormentado para que te saque diversos temas de psicólogo en vuestra primera cita de Tinder juntos. Eso solo puedo ser un pro.
  • Vino desde Villaconejos de Trabaque, y eso es algo que no todo el mundo hace. Además el pobre tenía todos los horarios de Renfe grabados a fuego, pues sabía que perder un tren era perder vida.
  • Le gustó mi gorro de tentáculos morados que no entiendo por qué pero solo le gusta a mis padres.
  • Me contó de qué iba su próxima novela y confieso que me pareció original. Le propuse un montón de ideas innovadoras pero no terminó de verlas, no sé por qué porque tengo un talento innegable.

Contras:

  • Pagué yo la última ronda y tuve que sacar otro par de millones de la hucha de las pensiones española para pagar dos bocatas en el brillante. Así que claramente salí perdiendo en términos micro y macroeconómicos.
  • Literalmente me confesó que no le gusta la luz del día, como a buen escritor atormentado.
  • Casualmente, se encontró a lo que en un principio parecía un amigo y luego resultó ser un enemigo de Castiblanco de Henares. Así en un bar de Madrid, como si fueran millones de vecinos en su pueblo.
    • El amigo se acababa de meter toda la montaña de cocaína de Tony Montana.
    • El amigo le pegó el morreo de su vida a su novieta delante de todo el bar. Pudimos ver los hilillos de babas desde el otro lado.
  • Tardó un segundo en escribirme tras despedirnos.

Silencios incómodos: Ninguno. Como no es de Madrid me vi obligada desde el primer minuto a enseñarle sin parar todo lo que la capital puede ofrecer a un provinciano: BiciMad, el Vips, Kapital, autobuses nocturnos, guiris…

Atuendo: Aquí destaco su dualidad de mente pensante. De cintura para arriba todo correcto, bien, elegante, clásico. De cintura para abajo disaster. Llevaba unas botas de escalar el Everest como estas. Sin exagerar. Le pregunté por ellas y me dijo que quería venir elegante a nuestra cita. Qué ídolo. Yo repetí mi atuendo informal pero bien, válido para cualquier ocasión.

Remordimientos por emplearle para mi estudio sociológico: Un poquito sí. Pero vamos, lo voy superando poco a poco.

Parecido con cualquier hombre de fuera de Tinder: Absolutamente ninguno. Supongo que ser de Alcaudete de la Jara te da otra perspectiva. Y también supongo que no ver la luz del día y tener trastornos de escritor te hace, digamos, especial.

Esta ha sido mi segunda cita. Pero ya no miro atrás, ya solo pienso en la siguiente y en quién será el afortunado.

Por cierto, tengo que deciros que si tenéis cualquier duda, sugerencia o insulto debéis escribidme por la página de Contacto del blog. Tasa 100% de respuesta (me escribió una persona y yo contesté). También podéis seguirme por Facebook o Twitter. Poco a poco amplío la familia de redes sociales.

Y ya sí que sí me despido hasta la siguiente. Amén.

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«Hazme reir hasta que me haga pis»  Miguel sabe lo bueno de la vida. ¿Será mi cita 3?

Experiencias en Tinder: Cita 1/21 #21citasdeTinder

Hace poco me escribió un amigo usuario de Tinder y me preguntó cuál era el objetivo de este humilde blog. Literalmente, pero con faltas de ortografía, me dijo: «¿Vas a llegar a alguna parte, en plan blog/historia continua, o vas a ir estirando la cosa hasta que no dé más de sí?». La respuesta es: ¡tengo un plan! Soy la nueva Samanta Villar de los blogs. Sí, voy a quedar con 21 muchachos de Tinder y voy a contar mis experiencias en público, pero sin dejar de daros útiles consejos entre medias. Así que si yo supero la vergüenza de contarlo, vosotros podéis superar la vergüenza de seguirme, que mucho lector y poco like.

¿Cuál es el objetivo de semejante plan? Pues aparte de conseguir que me llamen guarra, pretendo llegar a la conclusión de saber si los hombres de Tinder se parecen a los de la realidad, y descubrir de qué pie cojean. Y considero que 21 es una muestra aceptable.

Aquí empieza #21citasdeTinder.

Cita 1/21: Jorge.

Pongamos que se llamaba Jorge. Vamos, que se llamaba Jorge.

No fue un match a primera vista, me conquistó más su descripción. No la transcribiré tal cual, pero incluía estas palabras: Gallagher, cejas, cerveza, unicornios

Parecido real con sus fotos de tinder: Bastante fiel a sus fotos, también igual porque me envió 38 selfies antes de quedar y ya me hacía una idea realmente verídica de cómo era el chaval.

Parecido real con su descripción de tinder: 70%. Es cierto que me habló de todo lo que aparece en su descripción, pero su vida se basaba más bien en todo lo que no aparece en ella. Lo de los Gallagher era más una inspiración, y es una pena.

Pros:

  • Afirmaba conocer todos los bares de Lavapiés
  • Pidió Estrella Galicia sin preguntar
  • Nos encontramos a Facu Díaz. Facu Díaz, es la primera vez que te veo fuera del bar donde siempre estás. Estoy sorprendida de que conozcas más.
  • Porque como mi vida de pringada siempre tiene que salir a flote, ese día yo tenía un herpes labial (comunmente llamado calentura, pero igual en el contexto no se iba a entender igual). El chiquillo me dijo que no se me notaba. ¡Gracias, Jorge!
  • Tenía una profunda y a la vez entrañable obsesión por los trenes
  • Al final él pagó la última ronda, o sea que salí ganando yo

Contras:

  • No encontró el bar de Lavapiés que buscaba
  • No conocía a Facu Díaz
  • No pidió tapa con las Estrella Galicia, tuve que ir yo luego a poner una reclamación a la barra
  • Tardó un segundo en escribirme tras despedirnos

Silencios incómodos: Después del primer minuto apenas ninguno. Todo un logro porque soy la peor creadora de conversación de la historia. Si bien es cierto todas las rondas de Estrella Galicia ayudaron.

Atuendo: Diré que iba vestido informal, bastante apropiado. Menos mal, porque en sus selfies llevaba traje. Yo elegí un atuendo informal pero bien, que pienso repetir en las otras 20 citas que me restan.

Remordimientos por emplear a Jorge para mi estudio sociológico: Sí, bastantes, muchos. El chiquín era majo y buena persona. Pero el otro día me dijeron que el periodismo es lo primero, así que no me voy a hundir a la primera de cambio. Sé fuerte, Luis, hacemos lo que podemos.

Parecido con cualquier hombre de fuera de Tinder: Parecido total, podía haber sido una persona normal que no esté en la app. Igual es que tengo que empezar a dar LIKES a hombres con otro perfil para el resto del estudio. Me lo apunto de deberes.

 

Esto es todo por hoy. Espero que os haya servido como lección y que os animéis a seguir mis 21 pasos. Y para despedirme os dejo esta frase del gran Alberto:

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«Soy más alto que tú». Gracias sabio, me gusta tu monopatín.